6 claves para dominar el lenguaje escrito de tu novela~

Aprender a escribir es algo que en general todxs hemos hecho, hacemos en los primeros años de nuestra vida. Empezamos a familiarizarnos con las letras del abecedario, con sus grafías y también con las palabras que plasmamos sobre las hojas de aquellos viejos cuadernos, sentados obedientes en nuestros pupitres.

Sin embargo, aprender a comunicarse con las demás personas mediante la escritura es otra historia, sobre todo si en nuestra mente está la idea de escribir una novela que deseamos que nos lean.




La gramática tradicional considera la lengua escrita como modelo de la lengua hablada. En cuanto a la lengua literaria, hay quien defiende que se trata de un conjunto de desvíos semánticos de la lengua hablada; para otros es una variedad más o menos compleja de esta. Lázaro Carreter propugna lo siguiente: La lengua literaria o artística no es algo que pueda ser definido unitariamente; es radicalmente distinta del lenguaje coloquial o lenguaje hablado or­dinario de los usuarios de un país.


La lengua escrita -y también la literaria- es más compleja que la lengua hablada porque es menos espontánea y porque carece de los recursos de expresividad que acompañan al lenguaje hablado. Cuando escri­bimos solo disponemos de medios lingüísticos (palabras como verbos o adjetivos, signos de puntuación, de exclamación o interrogación, etc.) y no contamos con la ayuda de otros recursos como el tono o el contexto físico real donde transcurre esa acción. Como consecuencia, nos obliga a poner en juego todos los conocimientos del idioma que tenemos para hacer que lo que deseamos transmitir con nuestra novela llegue nítido al lector o lectora.


Si comprendemos que todo lenguaje escrito debe acomodarse al fin para el que ha sido concebido, si estamos de acuerdo en que el fin principal de todo lenguaje es comunicar o expre­sar algo...
  • ¿No deberíamos dominarlo cuando nos disponemos a escribir una novela, un relato?
  • ¿Por qué pasamos por alto algo tan importante?
  • ¿Por qué no cuidamos este aspecto como otros?

Porque es obvio que saber escribir (la "m" con la "a" se escribe "ma") no es lo mismo que saber comunicar, transmitir una idea o ideas contenidas en una historia. Veamos algunas claves útiles que pueden ayudarnos a ello:


1. El lenguaje hablado, aprendido in­conscientemente desde que nacemos, nos resulta natural. Pero esto no sucede con el escrito. Solo recordar que hay millo­nes de personas analfabetas en el mundo que sí saben hablar y comunicarse.

Por ello, el lenguaje escrito necesita primero de un aprendizaje de los signos gráficos, sustitutos de los orales, y, después de una larga práctica, un ejercicio constante hasta dominar este medio. Es una tarea para toda la vida. Hay que aprender a escribir bien, a dominar las palabras, la gramática para poder crear un buen texto. No hay atajos ni milagros. Hay que practicar mucho. MUCHO.



2. La comunicación escrita carece del entorno de la hablada. El lenguaje escrito carece del entorno físico y psíquico presente en la oral. Ese entorno, con lo que conlleva, ha de ser recreado en el lenguaje escrito para situar convenientemente la comunicación. Así ocurre, por ejemplo, en la novela, en la que una parte de la narración está dirigida a crear el am­biente en el que se desarrolla la vida de los personajes.

Por ello, cuida -y mucho- estos detalles pues quien te lee no sabe más que lo que le cuentas, lo que le muestras o no. Muchas veces creemos que todo queda claro, y no es así. Es tan importante lo que se cuenta como la forma de hacerlo. Recuérdalo.



3. La escritura resulta pobre al transcribir el lenguaje hablado. El lenguaje escrito, para obtener la comunicación, solo posee las palabras y los signos de puntuación, que resultan inmensamente pobres para expresar la riqueza del habla diaria. En el lenguaje coloquial hablado existen la gesticulación y la entonación, que apoyan y enmarcan lo que se quiere decir y que, muchas veces, sustituyen con ventaja el contenido de la palabra. 

Por ello, es importante reflejarlo en la narración de forma adecuada cuando sea necesario. Dales vida a tus personajes cuando hablen, que sintamos que se enfadan cuando se enfadan, que están tristes cuando están tristes, alegres, etc. No basta con decir que lo están.



4. Quienes escribimos tenemos más tiempo para expresarnos, lo que facilita la precisión y la concisión de lo que queremos trasmitir. La comunicación escrita goza de un tiempo de creación más largo que el que tiene la comunicación oral. Quienes escribimos tenemos la posibilidad de volver sobre lo realizado, leerlo muchas veces y cambiar lo que no nos parezca conveniente.

Por ello, tómate tu tiempo y no te precipites. Un buen texto necesita ser revisado muchas veces. Muchas. Y no vale con hacerlo un día y ya está. Un buen texto necesita ser reflexionado, revisado a conciencia hasta que sientas no ya que le falta algo, sino que no le sobra nada.



5. El lenguaje escrito no reproduce exactamente el oral. Aunque es un deseo que tenemos muchxs escritorxs, realmente nadie escribe como habla. Todxs conocemos a personas que hablan bien y, sin embargo, tienen dificultades para escribir; y viceversa. Yo me siento mucho más cómoda con la palabra escrita 😆

Por ello, es importante tener en cuenta que cuando escribimos no estamos hablando como tal. Es importante cambiar el chip.



6. La mayor diferencia se da en el lenguaje coloquial. El lenguaje hablado coloquial está lleno de repeticiones, llamadas, interrogaciones, interjecciones, gestos, cortes del interlo­cutor, desviaciones y vueltas al mismo tema de nuevo...

Por ello, cuando tus personajes hablen y utilicen el lenguaje coloquial tenlo presente. El personaje está actuando constante­mente y está incitando de diversas maneras al interlocutor. El narrador o narradora, si no tiene el mismo registro al hablar, debe quedar diferenciado. 




Estas claves requieren tiempo y también mucha práctica, pero merece la pena intentarlo. Solo escribiendo y practicando de forma consciente se logra. Al principio no será fácil, pero te aseguro que da resultados 😉


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