El abrazo de Apolo | Rapsodia I :: Escena 2 - Para leer on line~

Ayer traje la primera de las escenas de El abrazo de Apolo. Desde entonces y hasta el mismo día de su lanzamiento (el próximo 30 de diciembre), os voy a dejar en mi blog las primeras escenas de la Rapsodia I para que vayáis haciendo boca ;)

Recordad que estamos de celebración por este próximo segundo aniversario y por ello he decidido traeros en exclusiva la nueva novela antes de su lanzamiento. Así que podéis reservar una copia de la novela en Amazon por sólo 3 euros, un precio que a partir del mismo día 30 subiré. Aprovechad el descuento antes de que sea más tarde :P

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¿Y qué vais a encontrar en la novela?
  • De nuevo el mapa de la antigua Grecia con las localizaciones más importantes que aparecen, incluidas las mitológicas como Troya.
  • Glosario de personajes actualizado para este segundo volumen.
  • Más de 440 páginas repletas de drama, batallas, traiciones, sangre, confesiones secretas, y naturalmente con el toque homoerótico en sus escenas más íntimas
  • ¡Un epílogo inolvidable!
  • Y mucho más que habéis de descubrir :>



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Para leer la Escena 2 (que es casi doble), picar donde pone Seguir leyendo AQUÍ, más abajo.


Saludinessss

Eleanor Cielo~
Novelas adultas para corazones adultos

 











                El abrazo de Apolo - Eleanor Cielo -(c) -Eleanor Cielo



::NO COPIES. SE ORIGINAL::







RAPSODIA I - Escena 2

Alexios permanecía agarrado del brazo de Kyros y más allá Tibalt también dormía. En la mente del efebo aún zumbaban las palabras de Gorgidas y por ello temía ser sorprendido por el sueño de Apolo. No quería saber que, tal vez, Diokles no lo amaba.

Se incorporó y observó a sus compañeros, quienes comenzaban a recorrer la ruta que se negaba a comenzar. Había cierta armonía en sus respiraciones. Como si por alguna razón que desconociese hubieran logrado acoplarse. Después, un destello de luz pareció iluminar sus párpados y éstos comenzaron a moverse con rapidez. Los envidió por poseer aquella valentía de la que él carecía.

El recuerdo de Diokles no tardó en aparecer. Alexios se preguntaba lo que todo protegido hacía cuando su amado abandonaba la polis para enrolarse en la guerra o en una larga campaña militar como era el caso. ¿Volvería Diokles a sus brazos, a sus labios?

—Atenea, mi gran señora. Protegedlo y no permitáis que nada malo le suceda. Traedlo a casa, a salvo de los enemigos y el juicio inapelable de la muerte —comenzó a recitar en voz alta. —Gran Apolo, perdonadme. Soy un cobarde.

Cuando hubo finalizado hizo el intento por salir al exterior de la pequeña carpa, pero se dio cuenta de que nadie debía saber la verdad. 


-----∞0∞-----


Cuando Kyros comenzó a cerrar los ojos, tuvo la esperanza de que aquella pesadilla no tuviese lugar otra vez. Había recibido las palabras del anciano con alivio y vio en ellas la necesidad de consultar a Apolo por aquellos sueños. Así, entró en la inconsciencia y ésta estaba llena de oscuridad. Una oscuridad que al principio parecía inquietarle porque sabía que, bajo aquel manto negro, había algo o alguien. Podía oírlo respirar. Tenía miedo y Kyros agitaba las manos. Al final sólo conseguía mover el aire que los separaba y agotarse aún más.

—¿Quién hay ahí? —preguntó asustado.

Su voz sonó como si hubieran pasado muchos años.

—¿Quién soy? —preguntó alguien inmediatamente después.
—¿Sois Apolo? —Kyros se detuvo, inseguro. —¿O acaso sois… él?
—¿Soy Apolo? ¿Soy él? ¿Quién es él?
—Él.
—¿Quién es él? —insistió.
—No puedo decir su nombre —señaló el muchacho avergonzado.
—¿No puedes decir su nombre? ¿Quién es él?
—No… Alexios no puede saberlo... y Nikandros tampoco.
—¿Quién es Alexios? ¿Quién es Nikandros?
—Alexios es su protegido... Nikandros es mi tutor.
—¿Quién es él?
—Me persigue cada vez que cierro los ojos. Consigue que olvide a Nikandros.
—¿Quién es él?
—No quiero tener miedo cada vez que llega la noche —Kyros rompió a llorar. —No puedo más…
—¿Quién es él? —volvía a repetir aquella voz.
—¡Callad, callad! Dejad de preguntar por su nombre… ¡Callad!
—¿Quién es él?

Kyros se derrumbó sobre las rodillas mientras se ahogaba en su propio llanto. Rodó por el suelo y cerró los ojos con tanta intensidad que comenzaron a dolerle. Pronto comenzó a sentir cómo se le entumecían las extremidades.

—¿Quién es él?
—Diokles… él es Diokles —confesó ya sin fuerzas.
—Finalmente habéis tenido el valor de revelar su nombre —dijo una segunda voz que hasta entonces había permanecido en silencio.

Poco a poco, una inexplicable fragancia comenzó a brotar de alguna parte. El muchacho no la distinguió hasta que creyó que en algún lugar que los rodeaba había un árbol de laurel. Diminuta, una luz cálida y tenue empezó a nacer de la superficie, a irradiar su cuerpo arremolinado sobre el suelo.

—Abrid los ojos, dulce Kyros —anunció la segunda voz.

Una serpiente enroscada y un cuervo tan negro como los cabellos de Nikandros surgieron cuando obedeció la orden. El muchacho retrocedió, asustado, y se alzó para secarse las lágrimas que aún descendían por las mejillas. Entonces reparó en una figura que había cerca de él, tumbada sobre el suelo. Parecía un joven que dormía de espaldas, no podía verle el rostro aunque girara una y otra vez sobre él. Sin embargo, cuando se quiso dar cuenta descubrió que se trataba de sí mismo.

—No puede ser… —dijo Kyros desconcertado.
—No hay nada que no pueda ser —expuso la segunda voz.
—¿Por qué estoy ahí pero también estoy aquí…?
—Porque es mi deseo.
—Pero él… yo… tendremos de nuevo esa pesadilla.
—Para mí nada es imposible.
—¿Dónde estáis? No puedo veros…
—Estoy en tu sueño.
—¿En él…? Quiero decir, ¿en mí? —preguntó el amado de Nikandros mientras señalaba al cuerpo inconsciente.
—Ya no debes de temer, joven Kyros. Cuando despiertes, habrá desaparecido para siempre.
—Por favor, manifestad quién sois.
—En verdad la belleza habita en ti y has demostrado que la honestidad conoce a tu corazón, por eso estoy tentado de tenerte como mi pupilo y amado.
—Sois Apolo...
—Quédate conmigo. Serás mi favorito.
—Sí…

Tras pronunciar aquella última palabra comenzó a besarlo lentamente. El hijo de Zeus lo estrechó entre sus brazos y la esencia dulzona del laurel sumió a Kyros en un desconcertante estado de excitación que lo obligó a desvestirse. Permaneció así en el regazo de la divinidad y ésta le acarició las mejillas tersas por la ausencia de vello. Después las besó y apoyaría su cabeza contra ellas para continuar, cautivado, el trazado que dibujaba el cuerpo de aquel joven. Muy pronto sería un efebo.


Continuará...


DRAMATIS PERSONAE

Alexios: joven pupilo amado de Diokles.
Diokles: jinete, tutor y amante de Alexios.
Gorgidas: importante líder tebano, jinete, antiguo comandante del Batallón Selecto.
Kyros: joven pupilo amado de Nikandros.

Apolo: dios de la belleza, de la armonía, de la verdad, hijo de Zeus.

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