Feliz día del Libro | Le Village des Fleurs d'Or :: Para leer on line~

¡Buenas tardes!

Como bien sabes, hoy es el día del libro

Igual que el año pasado, no quería dejar pasar esta oportunidad para brindar por esta fecha tan especial y desearte una bonita jornada cargada de fecundas letras, ya sean impresas o digitales.

¿Tienes pensado alguna forma de celebrarlo? Yo sí! De dos formas :P
Una de ellas es comenzar el nuevo capítulo XLII (42) de mi novela. La escena que tengo esbozada promete!!!

Y la otra forma es dándote un pequeño regalín: el último de los relatos homoeróticos que tengo publicado hasta el día de hoy para leerlo aquí, en el blog, de forma totalmente gratuita ^^



Sinopsis:
Le Village des Fleurs d’Or ha sido durante generaciones un lugar emblemático. El Marqués, sin embargo, ha impuesto sus propias reglas.

Por si aún no estás familiarizadx con mi blog, tienes la historia para leer más abajo. Aunque si lo que quieres es descargarte el relato, ve AQUÍ.

Que disfrutes de esta fecha tan especial, queridx lectorx. Hace falta más gente como tú en este mundo, personas que amen las letras

Saludines y hasta pronto ;)

Eleanor Cielo~
Homoerótica Azul. Léela. Ámala



Aquélla era una de tantas fiestas que, en las noches, se engalanaba y festejaba la opulencia del Marqués. De forma indistinta y según la época del año, la villa se convertía en un gigantesco ramo de luminiscencias que tintineaban al unísono de las notas que la pequeña orquesta ejecutaba para los paladares más exquisitos; así se acercaban con su música Bach, Mozart y el gran Beethoven.


Mientras, el salón se llenaba de invitados. Había personalidades de distinguido rango, público de rancio abolengo que discurría por el gran recinto y se mostraba engalanado con trajes repujados en sedas y costosos adornos de encaje. Los caballeros, serios, impolutos. Las damas, escotadas e indiscretas bajo aquellos abanicos frenéticos.


Pero el baile había comenzado. La sala se replegó y la coreografía se desplazaba grácil, deslizándose por el brillante suelo de fino mármol.


Sentado y agarrado del brazo de su criado, seguía la música con uno de sus inquietos pies. Sin duda, su cabello era quien realzaba su silueta: dorado ligeramente por el candor de las velas, se desparramaba sobre su espalda, mientras sus mechones delanteros lo enmarcaban. Mecía los labios a la vez que inventaba una letra silenciosa para aquellas notas huérfanas de lírica.


De repente la música se detuvo y dio paso a los murmullos y a la expectación.


—¡El Marqués de Le Village des Fleurs d'Or! —anunció una voz poderosa y enérgica desde las escaleras gigantescas que conectaban la cabecera del salón con los grandes ventanales que daban al colosal jardín.


A continuación, se oyeron dos golpes sobre el suelo cuando chocó contra éste el mando de un gran bastón. Después, el mayordomo se retiraría.


—Deberéis describirme la escena, por favor.

—Justo acaba de aparecer sobre las escaleras un hombre bien proporcionado... aguardad... parece muy alto, espigado desde nuestra posición, elegante, impecable… Sin duda se trata del Marqués.

—¿Cómo es su rostro?

—Desde aquí contemplo a un hombre algo mayor que Vos, tal vez dos años, tres. No más… Hay quienes han quedado enmudecidos, especialmente las damas.

—¿Y qué más acontece?

—Parece que una bella señorita lo aguarda junto a la escalera. Entiendo que quien la acompaña es su padre... debe ser su prometida.

—Continuad.

—Finalmente, el Marqués ha decidido comprometerse. Los rumores acerca de su vida disoluta parecen ser cosa del pasado —comentó entre susurros bien disimulados. —Con este compromiso el futuro de Le Village des Fleurs d'Or recuperará el buen nombre de antaño.


El varón permaneció inmutable, creando un submundo privado donde sólo los que él permitía tenían lugar y sentido. Quizá él anhelaba conocer y experimentar esa conducta, protagonizar tantas experiencias que siempre se contaban de otros, adornadas y exageradas; historias que le avivaban en la intriga y la admiración.


—Acaba de besar a su prometida en la mejilla… Las mujeres parecen perturbarse a su lado... hay algo en él... ¿cómo explicaros? Es como lo que descifró Sir Isaac Newton, ¿recordáis aquellas lecturas? —El otro asintió con la cabeza, mientras trataba de llegar a esa escena a pesar de su ceguera.


Una vez anunciado el compromiso, el baile fue reanudado con un pase de la pareja el cual, además, fue amenizado por las sonrisas complacientes y los abanicos que cubrían retozos mal disimulados. Después, el resto de asistentes sería invitado a participar en el salón con los nuevos valses que llegaban de Austria. El Marqués y su prometida desaparecieron momentáneamente.


Así llegaría la medianoche y todos se dirigieron al jardín, preparado para la ocasión. La ingesta desproporcionada de licores y alcoholes amargos pronto desató los modales y el comportamiento refinado.


—Señor, me inquieta que tanto alcohol os pueda hacer daño…

—Me encuentro bien... es sólo que... Dejadme junto al laberinto. Han transcurrido muchos años desde la última vez que entré en él.

—Lo recuerdo muy bien. Cuando Vuestro padre y Vos...

—Tantos recuerdos me abruman… Mi padre fallecido, mi ceguera provocada por aquel fatal accidente, Le Village des Fleurs d'Or perdida para siempre por las deudas de mi hermano, mi prometida…

—Os lo imploro, no os atormentéis con las desgracias ya pasadas. No os merecéis sufrir de esa forma, mi Señor. Vos sois el Señor de Beauvois.


Hubo una pausa, la cual permitió dejar paso a las risotadas de los invitados, quienes jugueteaban entre los setos y arbustos del jardín. De repente, una gran mariposa negra y azul se posó sobre el regazo del varón; agitaba muy despacio sus alas simétricas, como si a pesar de haberse parado, aún soñara que continuaba surcando el aire. Sus pequeñas antenas parecían conversar. El siervo no la vio porque se había camuflado con las prendas de su señor.


—Tomad mi mano. Está aquí cerca —y juntos caminaron hacia el laberinto, situado más allá de las florestas que había junto al palacio.


La polilla revoloteó y se posó en el hombro opuesto. El joven aristócrata entró solo en el gran agujero negro esmeralda para palpar la maleza y comenzar a adentrarse hacia su núcleo.


Cuando hubo caminado un buen trecho llegaron a él unos quejidos extraños, una especie de susurros que parecían proceder de diferentes lugares e inconexos. Siguió tanteando el seto con memoria, buscando aquel lugar especial de su infancia. Sus manos habían desarrollado el sentido del tacto de forma asombrosa, capaces de percibir cada irregularidad, cada brizna, cada pliegue.


Sin embargo, cuando estimó que estaba cerca del epicentro del laberinto sintió cómo alguien oprimía sus genitales. En ese preciso instante la mariposa alzaba el vuelo, sin dar tiempo al adiós. Sus colores continuaban camuflándose en la noche, azabache.


El varón fue asaltado inmediatamente después por una lengua que parecía bañada por el alcohol de la absenta. Creyó que iba a ahogarse, pero logró apartar aquel cuerpo torpe, sin fuerzas, una masa que en algún momento comenzó a reír de forma convulsiva y perturbadora, irritable. Lo esquivó prestando atención a su sentido del oído y orientación, y avanzó unos metros más hacia adelante convencido de que le aguardarían otros obstáculos.


Dejó atrás otra fila de setos, y otra. Su corazón batía con intensidad, percibía la sangre sobre sus sienes, sus manos húmedas, su boca seca. De inmediato, oyó lo que a todas luces simulaban ser los gemidos y sollozos de varios hombres que pudo deducir no se hallaban muy lejos. Aquellos sonidos comenzaron a aturdirle, creyó que perdería el juicio.


Se cubrió los oídos con sus manos y tambaleó para caerse al suelo finalmente. Allí, percibió cómo diferentes manos y dedos sin rostros lo abordaron para desnudarlo; mientras otros lo cubrían con la pastosidad y lujuria de sus lenguas, recorriendo sin pudor alguno su cuello, labios, caderas, abdomen, su sexo dilatado. Intentó forcejear, pero era imposible; había sido inmovilizado contra el suelo.


Pese a todo, el orgasmo fue recibido con admiración y regocijo por los seres sin rostro, quienes de nuevo se abalanzaron sobre él. Sin embargo, en ese preciso momento una mano cálida y recia lo arrastró fuera de aquella orgía ajena. Las voces protestaron, pero inmediatamente cesaron al unísono.


—Los lobos casi os devoran, inocente cordero —apuntó una desconcertante voz detrás de él.



Comentarios

  1. Wow..!!

    Feliz día del idioma mujer.. y que lindo regalo que compartes.. Lo leeré en cuanto me quede algo de tiempo libre.. Es excelente manera de refrescar la mente, despejarla y disfrutar de una buena lectura..

    Un abrazo y gracias por el regalo..! Y no olvides consentirte también de vez en cuando, no?

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    Respuestas
    1. Felicidades!!

      Es verdad! Recuerdo que fuiste tú quien me dijo que hoy celebrabas el día del idioma :D Ya ves: cómo ha pasado todo un año desde que nos conocemos ^^

      Consentirme de vez en cuando? Claro! Y espero que tú también lo hagas ;)
      Pero en estos días me siento con muchas ganas de escribir y quiero aprovecharlos al máximo: hoy escribí una nueva escena y corregí otras. Espero seguir así hasta que la batería necesite recargarse :P

      Gracias por tu apoyo y cariño. Te mando un fuerte abrazo y mis mejores deseos en tu día a día♥

      Muacs!!

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